Las dos grandes amenazas para el empleo: coronacrisis y digitalización

Todos los gobiernos europeos, con la Comisión Europea a la cabeza, están impulsando una inversión pública multimillonaria para la digitalización de la economía que, paradójicamente, acelerará una destrucción de empleo sin precedentes en nuestro mercado laboral. Si a este factor le añadimos los catastróficos efectos de la coronacrisis económica, podemos afirmar que la destrucción de empleo en el corto y medio plazo será de dimensiones elefantiásicas.

Es obvio que esa digitalización también creará empleo en nuevos sectores, pero sin duda muchos menos de los que destruirá en las industrias y servicios más tradicionales.  Un sesudo e interesantísimo informe publicado por la consultora McKinsey, 'The future of work in Europe', afirma que en Europa alrededor de un 10% de total del empleo (24 millones de puestos de trabajo) sufrirían este doble shock, que se representaría en forma de reducción de salarios y horas de trabajo, ERTE o despidos permanentes.

La transposición de la metodología utilizada por el estudio a la realidad española, confrontándola con la Encuesta de Población Activa (EPA), muestra que hasta 7 millones de empleos estarían amenazados en la próxima década por los efectos de esta pandemia, y a la vez, corren el riesgo de ser reemplazados por máquinas.

Particularmente, tal y como ya ha venido sucediendo a lo largo de estos últimos años, serán los trabajadores con cualificaciones medio-bajas los que más sufrirán este nuevo marco laboral. En línea con otros publicados por Eurofund o la Comisión Europea, la demanda de empleos basados en capacidades manuales decaerá un 20% en la próxima década, mientras que los empleos que exigirán capacidades digitales avanzadas se incrementarán en un 40%.

Vistos estos datos, parece pertinente hacernos la siguiente pregunta: ¿estamos acompasando la formación y el reciclaje de nuestros trabajadores en riesgo de exclusión a la acelerada digitalización de la economía? ¿estamos invirtiendo en la actualización de la formación profesional y técnica en la misma proporción que en tecnología?

La respuesta es negativa y huele a que nos estamos haciendo el harakiri laboral. Eso nos lleva a que en no muchos años podemos encontrarnos con muchos millones de personas expulsadas de facto del mercado de trabajo y con unas tasas de desempleo aún más espectaculares de las que ya sufrimos. Urge un plan europeo para la actualización de competencias profesionales digitales.

Desde el Foro Económico Mundial predicen que el 54% de los trabajadores deberá mejorar su capacitación en el próximo lustro y que, de ellos, el 35% necesitará seis meses para conseguirlo y otro 10% precisará de más de un año. Esto nos lleva a que debemos abordar desde ya la inclusión tecnológica de nuestra fuerza laboral.

Obviamente, los riesgos son diferentes según la edad, la formación, el sector y el lugar de residencia de los trabajadores. Pero podemos afirmar que, directa o indirectamente, nos afectará a casi todos. La sociedad española tiene un gran reto por delante que no podemos aparcar por dedicarnos a trifulcas de parvulario político. Este asunto es central y debe ocupar una parte importante de las neuronas de quienes tienen responsabilidades públicas.

Si lo hacemos mal, el quebrantamiento social que sufriremos será devastador. De momento, no veo que esto se lo hayan tomado muy en serio y mira que está en juego la paz social.